Beberse la vida: Ava Gardner en España


Marcos Ordoñez ha escrito un libro muy entretenido sobre la relación de amor, pasional y estable, que Ava Gardner vivió con España. El libro arranca algo antes de 1954, cuando llega a Tossa de Mar, plena Costa Brava, para grabar "Pandora y el holandés errante" y lugar donde empieza su flechazo con España. Esta relación durará hasta finales de los años setenta, cuando el gobierno la invita a marcharse.

Su vida en este país pasaba por ir conociendo un lugar que le resultaba extraño y por acabar encontrando algo suyo, quizás un carácter festivo de un lugar que se le antoja un descanso ante el Hollywood encorsetado que no podía soportar, al igual que un teórico alejamiento de las grandes productoras de las que, realmente, nunca consiguió escapar. Su aterrizaje en España era también parte de su plan de huida de un ciclotímico Frank Sinatra, que aparece y desparece en el libro y que sin embargo se torna personaje  imprescindible para entender los, curiosamente profundos, cariños de Ava.

A través de un desfile de amigos, paisajes, playas, fiestas, tablaos flamencos y momentos recuperados, Marcos Ordoñez nos retrata no solo a la diva que era capaz de vivir  envuelta alcohol y fiestas de días y días, aparentemente ajena al mundo real, sino que también nos retrata a una mujer que, también serena, vivía tanto como podía y más de manera muy consciente. La Ava recuperada por Ordoñez no está tan cerca del desequilibrio -que tantos han señalado- como del baile continuo y el regreso a su propio centro. Libre y feliz  la mayor parte del tiempo, pareció encontrar en la España de los años 50, 60 y 70 un entorno propicio, un hogar para la eterna extranjera, mientras este país vivía siendo cuna algunas grandes producciones internacionales y creaba extraños compañeros de cama, sí, pero también que creo un entorno que supo dar consuelo y cobijo a personajes como la Gardner, entre otros. Elegantemente, aún cuando anduvo a trompicones, disfrutó lo que pudo y más de su larga experiencia española.

Es muy destacable no solo el trabajo de investigación de  Marcos Ordoñez, que plaga el libro de anécdotas y entrevistas que nos cuentan mucho más siempre, sino el momento del encuentro entre Ava y Fraga: delirante. Solo por ese fragmento, vale la pena su lectura. 


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